viernes, 3 de mayo de 2013

La Revolución rusa - La caída del zarismo
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La participación de Rusia en la I Guerra Mundial fue catastrófica. El hundimiento del zarismo hay que entenderlo en ese contexto: continuas derrotas, incompetencia militar, pérdidas territoriales, dos millones de muertos, desmoralización de las tropas, desabastecimiento, subida de los precios y hambre de la población. El malestar consiguiente favoreció la aparición de focos de protesta entre el conjunto del pueblo y los grupos de oposición política.

Tropas del Ejército Rojo en Jarkov durante la Revolución Rusa (1917). Banco de Imágenes del ISFTICespacioEn febrero de 1917 estallaron en la capital manifestaciones espontáneas de mujeres en demanda de pan y paz. A estas quejas pronto se sumaron los obreros en huelga y otros grupos sociales. La represión fue contundente: el ejército sacó sus tropas a la calle, detuvo manifestantes y la Duma fue clausurada.
Pero las protestas continuaron y llegó un momento en que los soldados, desobedeciendo a sus superiores, se negaron a disparar sobre los manifestantes. Era el final del zarismo. Nicolás II tuvo que abdicar y Rusia se convirtió en una república dirigida por un Gobierno provisional de carácter liberal-democrático.
En paralelo, resurgió el Soviet de Petrogrado (como había pasado a llamarse San Petersburgo). Y siguiendo su ejemplo, proliferaron los soviets de obreros, campesinos y soldados por las ciudades más importantes del país.
El Gobierno provisional fue incapaz de imponer el orden y resolver las exigencias sociales cada vez más extendidas: el fin de la guerra, el abastecimiento de la población y el reparto de tierras entre los campesinos.
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